Dios les bendiga amadas!! Durante esta semana estaré compartiendo la Serie ~ Las Bienaventuranzas~ comenzando hoy con la Introducción. Esperando como siempre hermanas que estos estudios le sean de ayuda y de gran bendición a su vida espiritual y en su caminar con Dios.

Su hermana Blankita 
Dios les bendiga!!

Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran,  porque ellos recibirán consolación.  Bienaventurados los mansos,  porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”.

Mateo 5:2-12


Introducción

 El Sermón del monte registrado por Mateo 5 es diferente al Sermón del Llano predicado a la multitud en Lucas 6.


 El Sermón del Monte no se pronunció como una manera de salvar a los perdidos, sino como un estilo de vida para los verdaderos hijos del Reino. Era necesario para todos aquellos que habrían de responder a este sermón el arrepentimiento (Mateo 4:17). En el capítulo 4 vemos a Jesús predicando, enseñando y sanando las dolencias del pueblo, ahora que las multitudes lo siguen toma la iniciativa de ir a un monte para impartirles las verdades solemnes del Reino de Dios, tal y como Moisés lo hizo con Israel cuando lo llevo al Monte Sinaí para entregarle los mandamientos y leyes del Señor. Inmediatamente Jesús abriendo su boca les enseñaba.


 La palabra bienaventurado viene del griego makários (μακάριος), que significa felicísimo, supremamente dichoso. Jesús se refiere al bienestar y gozo espiritual de los que participan en la salvación del Reino de Dios. Esta es una felicidad que es inalterable y autosuficiente, completamente independiente de todas las circunstancias externas de la vida. La felicidad del mundo depende de los factores externos que lo rodean; pero cuando su seguridad es quebrantada ésta desaparece.


 La palabra española bienaventuranza delata su origen. Contiene la palabra ventura, que indica que es algo que depende de las circunstancias cambiantes de la vida, algo que la vida puede dar pero puede igualmente destruir. La bendición cristiana es totalmente inquebrantable e  indestructible.


 Es interesante observar que todas las bienaventuranzas no comienzan con verbos, ya que no son simplemente afirmaciones de promesas futuras, sino exclamaciones de cosas que ya son. 


La bienaventuranza que pertenece al cristiano no se pospone a algún futuro reino de gloria; es una bienaventuranza que existe aquí y ahora. No es algo en lo que el cristiano entrará; es algo donde ya ha entrado. La grandeza de las bienaventuranzas es que no son vislumbres imaginadas de alguna futura belleza; no son promesas doradas de alguna gloria distante; son gritos triunfantes de bendición por un gozo permanente que nada en el mundo puede arrebatar.


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